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es mi manera burda de compartir algunas fotos...

lunes, octubre 17, 2005

Bitácora de Viaje - Decimocuarta escala : Bilbao

Lunes 8 de agosto - 12:15am
Tomando la autopista 8 se llega a Bilbao en una patada.








Casi sin gasolina y cansada de dar vueltas en la búsqueda infructuosa por una estación de servicio, llego a destino: el Museo Guggenheim. Por primera vez me alegro que en el país vasco no se consideren parte de España: sigue siendo lunes y el museo está ABIERTO!!!



El único estacionamiento a la vista, está en la Avenida Universidades...



...cruzando la Ria de Bilbao por el Puente de la Salva (¡qué vértigo causan esas escaleras!)




Lunes 8 de agosto - 1:30pm
Antes de ver las exhibiciones, obviamente una escala obligada en la cafetería




Lunes 8 de agosto - 2:00pm
Finalmente hicimos la entrada triunfal. Contábamos con 3 horas y media para recorrer el Guggenheim, antes de partir para San Sebastián a enganchar el próximo tren. Para hacer la visita más productiva nos dividimos según los intereses: Stephan y los chicos visitaron la sección de arte moderno, yo me dediqué al Imperio Azteca. Entre todos recorrimos las salas dedicadas a Egipto y la exhibición permanente de Richard Serra "La Materia del Tiempo". Nos confiscaron la cámara durante la visita. De recuerdo quedaron las fotos del exterior, que no es poco.


(apretando la escultura florida del gatito, se puede apreciar el estilo arquitectónico que caracteriza a Frank O. Ghery)


Lunes 8 de agosto - 6:00pm
Partimos hacia la estación de San Sebastián, con tiempo de sobra para devolver el auto de alquiler, tomar un tren local a Hendaye y de allí el nocturno a París.


Lunes 8 de agosto - 7:20pm
El tren se retrasó en Donostía, primero y único contratiempo ferroviario del viaje. Esperando que llegara de "un momento a otro" pasó una hora y media sin movernos del andén.



Lunes 8 de agosto - 9:20pm
Llegamos a Hendaye con los minutos contados para cambiar de andenes e instalarnos en las cuchetas del tren dietético a París: otra noche de papas fritas Pringles. Por suerte esta vez estabamos tan cansados que nos recostamos y antes de poder decir "qué hambr..." el tren arrancaba y nuestros ronquidos se confundían con el tronar de los rieles en las vías...