Mis Desventuras en Kapriloquia I
611 kiloparsecs pasan volando con una buena conversación. El mismo trayecto en compañía de Demencio, en cambio, me hizo rogar por una sucursal interasteroidal de McDonalds donde parar a estirar las piernas y tomar un café asqueroso; a los 300 años luz me había saturado con el lamento en la pérdida de Oratino y sus cualidades cuasi-humanas (que hicieron ganarle el apodo de "El Anormal").
Faltando 37 parsecs, Demencio cambió de tema y empezaba yo a interesarme en el pasado de su tataretatarabuelo, Demencés III, supervisando la construcción de Keops, cuando arribamos a destino.
Alien Ado nos esperaba en la puerta. Nos abrazamos y entonamos las 5 notas de rigor que componen el saludo intergaláctico inmortalizado por Spielberg en 1977. A mitad del pasillo se encontraba la famosa oficina. El picaporte cedió a la presión de Alien Ado y en un instante estabamos dentro. Ni el "Petríficus Totalis" de Harry Potter me habría dejado tan dura.
-Esto es una réplica de mi oficina en Hollywood...-Atiné a murmurar con asombro.
-¡Exactamente!-respondió Demencio sin poder controlar su orgullo.
-Debemos ser fieles a las condiciones originales para que los resultados del experimento sean válidos- agregó Alien Ado.
-¿Experimento? ¿Qué experimento? Mis ojos iban de Demencio a Alienado con la velocidad necesaria para seguir un match en Roland Garrós.
-Todo a su tiempo. Ponete cómoda y sentite como en tu oficina. Y con una risotada, para remarcar la paradoja en el comentario, se dieron vuelta y cerraron la puerta con llave.
Me dejé caer en la silla y contemplando el cielo raso tan familiar y descascarado empecé a asumir mi destino de humanillo de tierras....
Continuará...
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