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miércoles, julio 12, 2006

Amigos míos, me reencarné!!!

Ante todo, quiero agradecerles los buenos deseos y paciencia en la espera por mi reaparición con vida. Sin amigos como ustedes, no podría superar las secuelas kapriloquianas. ¡Gracias, gracias, gracias por preocuparse y seguir visitándome!

Estoy convencida que los Kapriloqus además de haber jugado con mi salud mental, calculando la fecha del secuestro para maximizar el daño infligido, han tenido algo que ver en algún tipo de alteración microcelular, indetectable a la tecnología humana: he notado un cambio inusual en mi densidad ósea, incremento en la capacidad retención fluídica (porque no es gordura, créanme!) y cambios abruptos en la agudeza visual de mis hermosos ojos más o menos verdes.

Espero que por lo menos le cause mucha gracia a los Kapri, esos proyectos de marcianos de mercurio, el caos que han provocado en mi existencia... Mejor dejo de lado el rencor y me atengo a los hechos:

Durante el secuestro kapriloquiano se venció mi registro de conductor, dejándome cómicamente fuera de la ley hasta que la advertencia de una vendedora de zapatos perspicaz me iluminó el camino hacia la recuperación de la legalidad. "Fácil de arreglar", dije con una sonrisa, "voy al DMV y renuevo el documento en una patada".

Mejor dicho ¡patadón! De parte de una empleada antipática del DMV (el personal completo del DMV es antipático), quien señalando en la pared el test agudeza visual me hizo recitar los renglones, uno a uno, primero con dos ojos y sucesivamente con el izquierdo, con el derecho, con los dos ojos tapados, de espaldas... Imaginaba leyendo el letrero cabeza para abajo, cuando pregunta "¿Usted terminó la escuela primaria?" "Claro que sí!, por?" "Porque si aprendió leer, se está quedando ciega. Vaya al oculista con este papelito y no vuelva sin anteojos. Next!!!"

"Qué raro", pensé, "antes del secuestro veía perfectamente... Y bueno, voy y aprovecho a hacerme una limpieza dental, que el consultorio queda en el mismo edificio"

A dos cuadras de la escuela de los chicos, está ubicado el centro médico. Organizadamente, hago las citas al oftalmólogo y dentista el mismo día de la fiesta de fin de curso, matando tres pájaros de un tiro. O cuatro, si contamos la limpieza dental para Stephan, aprovechando que hace de chofer...

Ese día quise estar presentable para los festejos. Terminaba el año escolar y podía tachar del calendario otro año de lavar uniformes, construir proyectos de ciencia y reponer por enésima vez útiles escolares misteriosamente perdidos. De rigor, el vestidito verde agua para ocasiones especiales... Me queda hermoso, pero ¡NO ME ENTRA!!! "Qué raro, antes del secuestro me entraba perfectamente. ¿Cuando fue la última ocasión especial? ¿el casamiento gay de Kim? ¿cuatro o cinco años atrás? Rarísimo, me probé medio ropero y lo único que me va son estos vaqueros de cuando estaba embarazada..."

En fin, sin vestido y de jeans hice primera escala en el centro médico. Con los dientes todo bárbaro, son mios y sin caries. Con los ojos todo en órden, sin cataratas ni glaucoma, visión periferal perfecta, todos los tests aprobados y pude reconocer todas las letritas correctamente hasta el 20-30. "No sé de que hablan en el DMV!" se ofuscó el doctor. "No encuentro nada fuera de órden. Un tuerto con limitada periferal y visión 20-40 está dentro de las normas... No se explica, es de ciencia ficción!"

De camino a la escuela revisaba mis sentimientos encontrados: no tener problemas dentales, buena noticia; pagar honorarios excesivos: mala noticia; no tener problemas oculares: buena noticia; pagar honorarios más excesivos y esperar reintegración del seguro médico: malísima noticia; tener que volver al DMV sin anteojos: noticia catastrófica si me toca la misma empleada; relajarme un poco durante la fiesta de fin de curso, con las actuaciones de los chicos: excelente noticia; tener las pupilas dilatadas debido al exámen óptico y ver todo borroso: bueno, las caras de mis chicos las sé de memoria. Podría ser peor...

En la última cuadra y para terminar mi balance con una nota positiva me jacté ante mi esposo: "Viste? El dentista dijo que tengo unos dientes buenísimos. Algo asombroso. Dos embarazos en el haber y jamás perdí calcio. En realidad tengo un esqueleto reforzadísimo. Nunca me rompí un hueso, ¿no te acordás de aquel accidente de ski? Otra persona mínimo se rompía las 2 piernas y 5 costillas, pero yo salí ilesa y el árbol se dobló un poco y todo. Stephan? Me estás escuchando? Avisame si hay un escalón o algo que todavía me sigue el efecto de las gotit....







AAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


El resto es historia. Fractura fresquita coincidiendo con chicos de vacaciones, en casa, con una madre siniestramente inútil y diestramente inmovilizada. Y por esas cosas de ciencia ficción, en la segunda visita al DMV me renovaron la licencia sin problemas. Parece ser que es más seguro manejar con roturas óseas múltiples que con visión cuasi perfecta. O por lo menos, en caso de accidente, uno ya viene con el yeso incorporado.